QUE NO NOS SUCEDA
En 2 Crónicas, capítulos 14 al 16, leemos acerca del rey Asa, rey de Judá. Fue un hombre que al comienzo de su reinado se dice que hizo lo bueno y agradable delante de Dios. En una ocasión enfrentó al ejército etíope, un ejército mucho más grande y poderoso que el suyo, pero debido a que clamó a Dios y puso su confianza en Él, ¡el Señor los derrotó! (14:11-13 NTV).
Los años transcurrieron y el rey de Israel invadió Judá, pero a diferencia de la vez anterior, el rey Asa le pidió ayuda a Ben-adad, rey de Aram. En otras palabras, buscó el apoyo del hombre en lugar del de Dios. Pensó que era lo suficientemente inteligente como para tomar el asunto en sus manos. Como consecuencia, Dios envió al profeta Hananí a decirle que por cuanto no había confiado en Él, había perdido la oportunidad de destruir al ejército del rey de Aram.
En 2 Crónicas 16:9 NTV, el profeta lo reprendió de la siguiente manera:
“Los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a los que tienen el corazón totalmente comprometido con Él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora en adelante estarás en guerra!”
Cualquiera pensaría que estas palabras harían reaccionar al rey Asa, sin embargo, la Biblia nos dice que al escucharlo, se enojó tanto que lo metió a la cárcel y, enseguida, el versículo 12 dice:
“En el año treinta y nueve de su reinado, Asa contrajo una enfermedad grave en los pies. A pesar de lo grave que era, no buscó la ayuda del SEÑOR, sino que recurrió exclusivamente a sus médicos.”
Un año más tarde, aproximadamente, Asa murió.
¿Cuántas veces hemos estado en dificultades, clamamos a Dios y el Señor nos responde? ¡Asombroso! pero, ¿cuántas otras hemos hecho las cosas a nuestra manera?
Que no nos suceda que...
1. Nos olvidemos de clamar a Dios primero, pues Él está cercano y su oído atento.
2. Las dificultades son oportunidades para que Dios obre y para nosotras buscarle con sinceridad.
3. En las buenas y en las malas, Dios desea que nuestro corazón esté siempre comprometido con Él.
A pesar de lo grave de la enfermedad, situación financiera, problema familiar, confusión o cualquier problema que estemos atravesando… no es el médico, el banco, el prestamista, las amigas o el terapeuta quienes tienen nuestra situación resuelta. Claro, son medios que Dios puede usar, sin embargo, es Dios y solo Dios quien es el Todopoderoso, Admirable, Consejero, Soberano, Rey de reyes y Señor de señores. Él es nuestro proveedor por excelencia, nuestro Padre, nuestro Pastor, nuestro guía; el que nos sana, nos da paz, nos llena de gozo... ¡ÉL ES NUESTRO TODO!
Que no nos suceda que dejemos de buscarlo, amarlo, admirarlo y confiarle todo nuestro ser.
Con cariño,
July A.