¡Hola de nuevo!
Espero que estés teniendo un gran día. 🙂
Hace algunas semanas mientras iba de copiloto en el carro, me di cuenta del hermoso paisaje en mi ventana. Pude ver las montañas de la ciudad completamente pintadas de verde, y mientras más avanzábamos más podía ver que la hierba verde las cubría en su totalidad. Tal vez piensas, ‘son solo unas montañas, ¿qué tiene de extraordinario?’ Bueno, lo extraordinario aquí es que vivo en una ciudad desértica. Siempre está haciendo calor y casi nunca llueve, por lo que entonces todo está seco.
Este año ha llovido como nunca antes. Las lluvias han hecho que todo florezca. Mientras veía por la ventana, no podía dejar de pensar en el inmenso poder de Dios. Normalmente, la gente se esfuerza todo el año por regar sus jardines y cuidar el poco césped que tienen, otros optan por comprar césped sintético para ahorrarse la regada y la desilusión de que por más que intenten, no lograrán el jardín perfecto. Este año bastaron solo 2 semanas de lluvia para que toda la ciudad floreciera. ¿Cuál es la diferencia entre el agua de la lluvia y el agua de la manguera para regar el jardín? En ambos casos se usa agua y sé que las propiedades minerales son diferentes, pero lo que quiero compartirte va más allá de eso.