DETOX ESPIRITUAL

 

¿Sabías que los talones agrietados pueden ser una condición médica llamada Pelagra? La resequedad, los “pies cansados”, el ardor en las plantas y las dolorosas grietas de pies (y manos, sobre todo en las puntas de los dedos), pueden ser indicio de un mal funcionamiento del hígado y la deficiencia de Omega 3 y vitamina B3 ¡Quién iba a decir! ¡Y nosotras tratando de arreglarlo con cremas y pomadas! Afortunadamente, el hígado es un órgano muy noble con una inmensa capacidad de regeneración. Una dieta rica en omegas, vitamina B3 y alimentos anti inflamatorios ayudan a tu belleza, ya que son esenciales para un cabello, uñas y piel saludables.

¿Cómo lo supe? Por mi médico, que parece tener una bola mágica y la capacidad de leer los pensamientos. Fue muy interesante notar cómo mejoraba la textura de mi piel con la prescripción de vitaminas y minerales ¡y cómo volvían las molestias al desobedecer las instrucciones!

Este fenómeno me hizo pensar en las muchas actitudes que adoptamos en nuestro diario vivir, sobre todo cuando me enteré de que la falta de vitamina B3, ¡también te hace ser peleonera y rencillosa! “Aquí se encierra una gran moraleja”, pensé armada de la piedra pómez, que se había convertido en mi ángel de la guardia, dulce compañía; ¡porque no me desampara ni de noche ni de día! “¿Acaso me he convertido en la bruja del 71?”

El hígado ayuda a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas, pero cuando está saturado (hígado graso), se inflama y no puede desempeñar sus funciones, provocando los malestares mencionados y muchos más. Lo mismo sucede con nuestro espíritu. La acumulación de banalidades y malos pensamientos satura nuestra existencia de toxinas emocionales que nos llevan a vivir de las bajas pasiones. Efesios 4:31-32 dice: ‘Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo’. Sabemos que se espera más de nosotros, que no debemos reaccionar de tal o cual forma, ¡pero algo nos arrastra y
damos lugar a la carne!

La persona con hígado graso vive aletargada, sin energías ni capacidad de concentrarse, porque las toxinas le impiden disfrutar la vida y alcanzar su potencial. Las impurezas emocionales también nos acortan, manteniéndonos como infantes espirituales, por eso es que no podemos entrar a sus puertas con acción de gracias… nuestra conciencia nos acusa demasiado. La falta de perdón, la tendencia a “rumiar” las decepciones y los desencantos incesantemente, nos roba y nos consume. Es un espiral de autodesprecio e insatisfacción.

Mientras frotaba las cortaduras en la punta de mis dedos endurecidos, pensé en lo fácil que es ser ásperos con nuestros seres más amados. Daríamos la vida por ellos y sin embargo, ¡podemos herirlos con tanta facilidad! Aunque vivas tratando de estar sujeta al Espíritu Santo y te muerdas la lengua para no expresar la reacción que se arranca de tus entrañas y evitar tener que arrepentirte más tarde, sabes muy bien lo que pensaste, lo que sentiste... lo que hay dentro de ti.

¿Cuál sería la receta ideal? ¿Qué vitamina fortalece mi espíritu para que pueda ser transformada a su imagen? Primero que nada, recuerda que el Padre Celestial perdona
todas tus iniquidades.
 

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; 
conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.

Porque yo reconozco mis rebeliones, 
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.

He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.

Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.

Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
Salmos 51:1-13

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, en esto pensad.
Filipenses 4:8


Con amor,
Haydeé Richards

 
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